El final inevitable llegó,
pasó,
derrumbó toda la imaginación,
acabó con los planes,
acabó con el corazón.
Decidió por fin hacerse presente
y dejar su marca,
sellada al fuego del desaliento,
de la profunda tristeza.
Llegó y pasó,
dejando tras de si sólo escombros,
sólo lamentos,
sólo dolorosos suspiros
que calan hasta el pesamiento.
Pasó y se instaló
impune, desvergonzado,
sobre jirones de un alma despedazada
que no atina a unir sus trozos
ciega por la deseperanza.
Inevitablente, junto a él todo acabó.